Sobre eso de ser feliz…

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Redacción MG/ ZL

Parece que diciembre representa la instancia perfecta para reflexionar. Ideal sería reflexionar durante los 12 meses del año, pero honestamente los cierres, las rupturas, los cambios en general suelen ser los más clarificantes, nos permiten saborear lo efímero de nuestra existencia.

Este año he esperado, he esperado mucho. En muchas ocasiones me vi como un visitante en sala de espera, mientras la vida transcurría de forma alarmantemente silenciosa. Esperé que cada pieza estuviese en su lugar para actuar, esperé la oportunidad, esperé el milagro, esperé atentamente resultados que, finalmente, no eran los que esperaba.

Sentí frustración, tristeza y lástima, esa desagradable lástima por mí misma que decidí desterrar pues ocupaba mucho espacio en mi casa y, sinceramente, es agotador convivir con una persona que transpira lástima, aún más cuando esa persona eres tú.

A pesar de esos lapsos críticos, al hacer la evaluación del 2019 debo admitir- gratamente- que fue un año de muchos aciertos y en el que tomé decisiones trascendentales, la más importante- y la que me generó mayores retribuciones- fue que decidí ser feliz.

He experimentado altibajos, he gritado como una histérica, he llorado como para Reality Show, en realidad no ha sido un año que podría calificar para película de Hallmark Channel, sin embargo, he logrado sentirme plena, con más confianza, consciente de mis debilidades y más positiva. Aún no he logrado el nivel de profesora de yoga ni el de Liz Gilbert en «Comer Rezar Amar», pero estoy encaminada a conseguir el estilo de vida y la manera de obrar que me garantice sentirme «plenamente feliz».

Anoche tuve una reunión de cierre conmigo misma y pues este texto fue el resultado. A pesar de que la reunión se extendió al ahondar en algunos eventos recientes, considerar algunas deudas acumuladas y confirmar unos kilitos de más después de navidad, la evaluación del año fue óptima. Tantas risas, tantos besos, tantos abrazos, tanto amor, en fin, tantas cosas buenas no pueden pasar desapercibidas, ya que advierten que hay que dedicar esta vida -y las que vienen- a construir, a disfrutar, a crecer, a ser feliz.

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